¡Cómo me gustaría cruzar de nuevo por el collado del Gondoghoro!. Recuerdo (ya he llegado a una edad como para empezar a tirar de los recuerdos) cuando, en compañía de mis queridos y añorados amigos de Bera, tras haber pisado la cima del Gasherbrum II (8035m) crucé por primera vez este escondido collado (la criatura corona a más de 5600m) que comunica la zona del Baltoro con el valle de Hushe, en la cordillera del Karakorum. Esto ocurría en el mes de Julio de 1999.

Si la memoria no me falla (ya he llegado a una edad como para empezar a preocuparme por ella) dos horas estuvimos en lo alto del collado, pelándonos de frío en la serena noche, esperando que la claridad del nuevo día nos iluminara lo suficiente como para iniciar el vertiginoso descenso hacia el campamento de Xhuspang.

Esas dos temblorosas horas se nos hicieron largas e inolvidables. No dejábamos de caminar de un lado al otro del collado, con los brazos cruzados sobre el pecho y el cuello encogido, en un intento de conservar el calor que luego, horas más tarde, nos torturaría por el valle de Hushe.

Las provisiones se habían terminado, el calor era intenso y la escasez de agua hizo que las horas de marcha hacia el campamento de Shaitcho fueran una auténtica tortura.

Hamar, nuestro joven oficial de enlace, aseguraba orgulloso que ya había pasado por allí anteriormente y, ante nuestra reiterada pregunta: ¿How many hours to Shaitcho?, siempre obteníamos la misma y más que sospechosa repuesta: ¡¡one hour!!. Jamás había estado ni cerca de allí, el jodido.

Tras 12 «one hours» acabamos la jornada hechos polvo pero, volvíamos con nuestro primer Ochomil en la mochila, y eso aliviaba cualquier sufrimiento extra que nos quisieran cargar. Estábamos exultantes…¡¡podíamos con todo!!.

Ahora estaremos acampados a los pies del Collado del Gondoghoro, en Ali Camp pero, nuestro objetivo va a ser de una envergadura como para echarse a temblar…de emoción.

Unir las dos cimas del Chogolisa no es algo que se haga habitualmente en el mundo del alpinismo, es más, solo se ha llevado a cabo en una ocasión por parte de una pareja de alpinistas Británicos, y de eso hace ya nada más y nada menos que 31 añitos, los mismos desde que Gregorio Ariz pisara la cima Norte y encontrara «su» famosa muñeca Nipona, tras la cual vamos nosotros ahora.

Tal vez la muñeca siga allí ¡¡quién sabe!! pero, esté o no esté, si llegamos a esa cumbre Norte, tendremos la gran satisfacción de desvelar uno de los más bonitos misterios que envuelven a estas montañas del Karakorum y dejaremos allí un precioso objeto creado por las inquietas manos de Gregorio, una pequeña obra de arte que deje constancia de que el Chogolisa, por encima de cualquier otra consideración, al menos para mí…es la montaña de Gregorio.

Tras conectar las dos cimas de la «Pirámide truncada» del Chogolisa, un mundo nuevo y jamás pisado por el hombre se abrirá ante nosotros: la inmensa cara Oeste. Un mundo glacial e inexplorado que, esperamos, sea el colofón a una aventura que ya hemos empezado a vivir.