El fin de la expedición no está lejano, aunque el esfuerzo supremo queda todavía por hacer. Cada cual va sacando sus propias conclusiones ahora que el desenlace de cuanto está dispuesto a dar, se acerca.

Amanece sobre el K-2

Amanece sobre el K-2.

Las mañanas son frías en los campos de altura, y arañan la piel como si se tratara del mismísimo Leopardo de las nieves.
Luego, el Sol se va elevando en el horizonte y la sombra que proyectan las tres cimas del Broad Peak sobre el glaciar Godwin Austen, se va diluyendo como un azucarillo en una taza de té.
A partir de este momento… suspiras por una corriente de viento que refrigere un poco tu cuerpo, abrasado por la enorme radiación que, incluso a 7000m de altitud, tritura el rostro y menoscaba el ánimo de seguir avanzando.

¡¡Si!!…ya hemos alcanzado el C.III a 7000m de altitud. La climatología aguanta estable y los contrastes térmicos son tan exagerados como lo es todo aquí, en esta cordillera tan severa para el ser humano.
Las pendientes de nieve se suceden una tras otra sin solución de continuidad. Tras una de ellas, aparece encima de nosotros, como un vigía del Karakorum, la enorme cabeza negra del Broad Peak principal, que ya se ha desprendido de la nieve que lo vestía cuando llegamos al C.B.
¡Se ve tan cerca! y, sin embargo, ¡está tan lejana!.

Juanito llegando al C III

Juanito llegando al C III.

Cada cierta secuencia de pasos levanto la cabeza (la mía) intentando ver mi progresión respecto de esa descomunal masa de rocas y hielo pero, es éste un ejercicio inútil. Mejor será reconfortarse con lo que se ha ganado a la montaña que con lo que queda por ascender.
Las tiendas han quedado plantadas en el C.III y la próxima vez que las veamos será de camino hacia la cumbre.
En miles de páginas escritas sobre ascensiones a estas grandes montañas, se ha reflejado (o intentado) el esfuerzo que implica elevar el cuerpo allí donde una vez se fijó la vista (como decía Gaston Rèbuffat).
No seré yo quien aporte nada nuevo ( y bien que me gustaría) a lo que sucede dentro de la cabeza de quien intenta escalar una de estas grandes montañas.

Lumbier bajo el Ángelus y el K-2

LUMBIER BAJO EL ÁNGELUS Y EL K-2.

Yo solo puedo decir, como ya lo he hecho en innumerables ocasiones desde estos elevados rincones del Planeta, que pienso en esas escenas cotidianas de mi vida. Escenas de mi gente y con mi gente. Siento el abrazo y el apoyo de quien sabe, a ciencia cierta, que no hago esto por unas efímeros segundos de notoriedad. Que lo hago por unos (más efímeros todavía) segundos en los que siento como el ser humano es capaz de hacer algo que, días atrás, se antojaba imposible. Porque, ascender a estas montañas, no nos dejemos engañar…es absolutamente imposible.

UNA MIRADA DIFERENTE DEL BROAD PEAK.