Ascendiendo por el Corredor de los JaponesesEl día ha amanecido triste y plomizo; las banderas de oraciones que los Sherpas han colocado sobre este Campo Base, se balancean lentamente y el silencio lo invade todo a esta primera hora de la mañana en la que permanezco de pie, delante de mi tienda, mirando hacia el G-I oculto delante de un impenetrable muro de compactas nubes.

Hace 2 días que la tristeza se ha instalado en el Campo Base. Un grupo de 5 alpinistas españoles están luchando en estos momentos por escapar de una montaña que parece se quiere quedar con ellos.

El día 20, después de un esfuerzo descomunal en el que no hemos descansado ni un solo día desde que llegamos aquí, Oscar y yo ascendemos por el Corredor de los Japoneses.

Nuestros 5 compañeros, con sus 2 porteadores de altura hace una hora que han entrado en el corredor. Oscar y yo salimos vestidos ya con nuestros monos de plumas y les alcanzamos al final del embudo de nieve que da inicio a este mítico corredor.

Este año el corredor está muy pelado de nieve y ascendemos por un complicado muro mixto en el que nuestros crampones apenas consiguen aferrarse a las blancas placas de roca sobre las que penden las cuerdas fijas.

Ascendemos todos juntos ahora, como si de una misma cordada se tratase. Nos filmamos, nos sacamos fotos y, muy lentamente, nos acercamos al estrangulamiento del corredor.

Una brillante placa de hielo se descuelga por este tramo y hace que la escalada se interrumpa por un tiempo que se nos antoja eterno. El trabajo de colocar cuerda y asegurar la zona se vuelve peligroso, pues continuos cascotes de hielo y piedras nos golpean en los cascos con una velocidad endiablada.

Escalar en estas condiciones a cualquier altitud, resulta una difícil tarea pero, a 7000m el esfuerzo no solo es de carácter físico.

Oscar y yo hablamos: llevamos 7 días seguidos de trabajo en la montaña ininterrumpidos y necesitamos que, para continuar, todo sea perfecto y ninguna interrupción se nos cruce en el camino.

Estamos cansados, nuestra aclimatación no ha alcanzado el nivel que se requiere para funcionar por donde nos encontramos, se está haciendo muy tarde así que, decidimos descender y regresar a dormir al C.II.

Hace días ascendimos directamente del Base al C.II en un esfuerzo tremendo que acabó bien entrada la noche, ahora, hacemos el camino inverso castigados por el calor, absolutamente demoledor, que soportamos en el descenso por la cascada de hielo.

Gran cantidad de puentes de hielo sobre los que hemos pasado en estos días, se han hundido. Vamos buscando pasos alternativos mientras caemos continuamente en agujeros y grietas que ya no soportan nuestro peso.

Ahora, en la seguridad del C.B., tranquilizo a Oscar quien tenía sus reservas sobre si la decisión tomada allá arriba, a 7000, fue la correcta. ¡Claro que fue la correcta!. El esfuerzo realizado para llegar a esa altitud fue muy grande y no cabe duda de que el día de cumbre hubiésemos pagado la osadía de querer ascender este gigante sin apenas aclimatación. Pero la racionalidad se ha impuesto a la ambición y Oscar ha de demostrado porqué sigue siendo una leyenda viva del alpinismo después de más de 60 expediciones a la espalda.

Ahora, después de tres días de angustia, sufrimos por nuestros compañeros que decidieron continuar hacia la cima de esta montaña. Tan solo uno de ellos ha regresado al base y, hablando con él, apreciamos su angustia y desesperación al no saber el paradero de sus amigos.

Regresando del Corredor de los JaponesesNo podemos, ni debemos, inmiscuirnos en las decisiones de cada cual a la hora de avanzar hacia la cumbre de una de estas montañas tan atrayentes, eso son decisiones totalmente personales que cada cual siente en su interior de manera única y personal.

Deseamos de todo corazón que la montaña nos muestre su lado amable y que nos devuelva a nuestros amigos pues, es con nosotros y con sus familias con quién deben estar.  Aquí solamente han venido a lo mismo que todos nosotros: a vivir un sueño, breve, como lo son todos los sueños.

De regreso en el C.I sophi nos invita a chocolate

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Patxi en C.II